«Se trata del Magis, de ese plus, que lleva a Ignacio a iniciar procesos, a acompañarlos y a evaluar su real incidencia en la vida de las personas, ya sea en cuestiones de fe, de justicia o de misericordia y caridad. El magis es el fuego, el fervor en acción, que sacude dormideras»
(Discurso del Santo Padre Francisco a los miembros de la 36ª Congregación General de la Compañía de Jesús)
Desde la Educate Magis Community, la red mundial de educadores de colegios Jesuitas, emergió como nueva nota distintiva de la propuesta pedagógica ignaciana, aquel axioma que entiende a los educadores como «facilitadores directos del encuentro primordial» de los chicos con Dios. Esto se inscribe en íntima sintonía con el liderazgo al estilo Jesuita, esa cualidad indeleble que es un continuum desde las Reducciones Jesuitas en la época del Virreinato. Allí -curiosamente- la presencia de los Padres y Hermanos de la Compañía de Jesús en cada uno de los poblados, era tan solo de tres miembros, lo que propiciaba una construcción del poder que tallaba desde el vértice horizontal, con una estructura de trabajo orgánica y menos piramidal.
Algunas semanas atrás, entre mates de recreo, nos preguntamos con un compañero tutor ¿cuál será el deseo de Dios en los chicos? Desde ahí y tras algunas reuniones, surgió esto de comenzar a proponer y acercar espacios experienciales para que ese encuentro con nuestro Buen Dios acontezca. En esa estamos y vamos haciendo camino.
La peregrinación a la Basílica Nacional de Luján
Con ese mismo espíritu -el de la construcción colectiva- es que surgió un poco esto de tomar parte en la propuesta de pastoral, a sabiendas de que nuestro tiempo compartido con los chicos es intensivo, que la información con la que contábamos era propicia y el deseo que nos movía a devolver aquello alguna vez recibido, era genuino. Ante esa moción grupal, es que nos pusimos manos a la obra, y pensamos esto de poder caminar juntos, como Colegio, hacia el encuentro con la Virgen María, Madre del Salvador y Madre de Luján.
Convencidos de que era posible por que en años anteriores se había hecho algo parecido, nos largamos a las aulas para intentar transmitir lo que habíamos vivido en nuestro tiempo al hacer esa peregrinación. Con ese espíritu pudimos persuadir e invitar a los chicos a que se sumen. Este tema del testimonio, intuimos que es fundamental, porque de nuevo, vamos intentando devolver algo que recibimos, que no nos es propio. Salimos del Colegio cincuenta personas, comenzamos a caminar desde La Reja y el tiempo nos acompañó hasta que llegamos a mitad de camino, en General Rodríguez, allí comenzó a llover. El estado del tiempo nos ayudó a
sumarle a la experiencia, además del cansancio típico y esperado, un factor más de dificultad, la lluvia. Esto nos puso de cara a un desafío grupal, de ir motivándonos mutuamente unos a otros, de ir dándonos ánimo y acompañándonos en el camino cada vez que alguno flaqueaba. Llegamos a la medianoche, tras haber partido a las 14:30hs. Fue una experiencia muy bonita, de Iglesia, de diversidad, de camino compartido con personas que muy lejos están de nuestro día a día, todo Gracia. Todo equipo. Todo esfuerzo y también deseo de encuentro con Dios y con la Virgen.
El acompañamiento en retiros espirituales de Villa San Ignacio
Otra de las tareas que pudimos llevar adelante, tiene que ver con el acompañamiento directo de las experiencias de retiro espiritual en la casa de Ejercicios Espirituales de Villa de Mayo. Allí pudimos ser testigos de cómo Dios puede hacer un trabajo silencioso en el interior de cada uno de los chicos. Lo fuimos haciendo desde la escucha atenta a cada uno en sus compartidas, de las reflexiones grupales que íbamos propiciando. Mediante el clima de oración que se fue gestando de a ratos, y del juego y las dinámicas que cada
grupo en sus momentos fue desplegando.
El espacio de las Villa San Ignacio también fue escenario de un lugar de recogimiento y relajación para ellos, el disfrute del contacto con el aire libre, con la naturaleza y el deporte va traccionando internamente y habilita espacios de compartida más profundos, más íntimos y de mayor introspección. Esto, sin dudas que en nuestro trabajo como tutores en el post-retiro, tuvo un lugar clave, ya que pudimos ir cotejando la necesidad de contacto experiencial con la naturaleza en ellos. Como ese contacto con entornos verdes descontractura los vínculos y oxigena procesos humanos que de otro modo, cuesta mucho más lograr en el ámbito tradicional del Colegio.
Haber podido acceder a este acompañamiento, en este entorno y en compañía de otros Profesores, Agentes de Pastoral, Jesuitas y colegas tutores, fue -y sigue siéndolo- un regalo y una oportunidad de siembra esperanzada que entre todos vamos traccionando a fin de lograr el encuentro con Dios, consigo mismo y con sus hermanos.
Esto del encuentro real y concreto con el Dios de Jesús no es algo fácil.
Hay -como decía- mucho de la Gracia de Dios haciendo lo propio, de misterio y de tiempos que no son los nuestros. Es una tarea de siembra esperanzada, donde tenemos que atrevernos al vértigo y a la posible frustración que puede tener una actividad que apuesta por resultados a largo plazo. Pero aun así, seguimos caminando, convencidos de que la tarea de propiciar espacios para que el encuentro de los chicos con Dios acontezca, puede que sea una de las mayores gratificaciones que nos brinda nuestro esfuerzo diario.-
Luciano Esnaola, SJ